sábado, 3 de mayo de 2008

Primera visión

CLEOPATRA VII: ISIS REENCARNADA(I)
Comenzamos con este capítulo una serie de entradas dedicadas a la visión de Cleopatra VII a los ojos de los protagonistas de "El sueño de Calpurnia" (perteneciente al diptico "Gades Avallonia" de Michelle Angela Valeria: Sevilla, 2006). A lo largo de estas evocaciones podremos comprender su vinculación con la tradición mágica egipcia que, en palabras de Octaviano Augusto citadas por Plutarco, la capacitaba para seducir hasta extremos que bien podrían oscilar entre la goetheia y la theurgia, como podría esperarse de quien no se limitaba a ser una sacerdotisa isíaca.
Iniciamos la serie con la primera impresión que de ella tiene Calpurnia, la esposa de César, cuando la reina egipcia decide visitar la "Domus Publica".

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La respuesta se hizo ver díáfana tan pronto como, con una majestuosidad prestada, dejó la litera elaborada con láminas de oro, incrustaciones de marfil y seda púrpura para, acompañada por tantas doncellas como lictores puede tener un cónsul, subir cada uno de los peldaños de la escalinata que lleva a la entada principal de la "Domus Pública"... Creo que miró con la misma curiosidad tanto a la comunidad de sacerdotisas que conmigo la aguardaban como a la galería de estatuas que representaban a antiguas vestales mayores, las cuales, al igual que todas nosotras, contemplaban impertérritas aquel cortejo cuya espectacularidad quizás nunca antes había albergado la "Domus Publica": el inmenso dosel de púrpura, hilo de oro e incrustaciones de marfil sostenidos por la mitad de las doncellas egipcias, todas vestidas con túnicas de finísimo algodón casi transparente, cubiertas por colgantes de oro de la misma pureza que los hilos que trenzaban las cabelleras oscuras como aquellas pieles, cuyos matices oscilaban entre el oliváceo intenso y la púrpura de Tiro... Bajo aquel quitasol se divisaba una visión que, pese a la sombra del dosel, sólo podría ser descrita como deslumbrante.... Lógicamente, ése era el efecto que se había propuesto causar.... Aquel denso manto íntegramente tejido con hilos de oro sobre el que descansaba una especie de tocado hecho con láminas de oro, cuentas de azabache, diminutas turquesas, esmeraldas y rubíes, del que surgía lo que, al acercarme, distinguí como...una cobra... A medida que ella subía los últimos peldaños pude percibir la fragancia que emanaba su persona.... ¿no tan distinta del ungüento que impregnaba mi piel? Sí, parecía que ella lo había notado a juzgar por el brillo desconcertado que distinguí bajo aquella máscara cuidadosamente elaborada a base de "henna" , dispuesta con sabiduría, perfilando unos grandes ojos almendrados que tenían la osadía de magnificar aquellos reales, intensos, entre el verde y el dorado, que también podrían convertirse en azabache sombrío....

-Hija de Ptah... bienvenida a nuestra casa... - Tanto la vestal Mayor como las niñas, Marcia, Porcia, Cornelia, Marcio Filipo y su familia y yo inclinamos nuestras cabezas reverencialmente. ...
El tiempo se detuvo durante toso el rato que Cleopatra VII Ptolomeo estimó conveniente que continuara hasta que ella hallara oportuno reanudar el diálogo. Y comprendimos porqué. Una cadencia melódica de matices tan variados y casi tangibles en los que pude distinguir ...¿colores? de intensidades inteligentemente distribuidas , se dejó oir , parece que agradeciendo nuestra hospitalidad y el honor que para ella suponía llegar hasta el templo de Vesta... Aunque todo ello , al final, parecía resultar irrelevante, como cualquier otra cosa que ella pudiera decir, ya que lo que realmente sobresalía era ese instrumento.... verdaderamente sobrehumano... que la reina egipcia utilizaba para expresarse y mover voluntades, algo obvio... ¿realmente sería la encarnación de Isis?
(....) Vi a las niñas lógicamente extasiadas y a la Vestal Mayor contemplarla con una expresión entre el respeto y la desconfianza , la curiosidad no exenta de sentido crítico e incluso inquietud en los ojos marinos de Cornelia, el asombro en el rostro de Marcia, la frialdad analítica y desmitificadora en la mirada gris de Catón, aún viva en la de su hija(....) Efectivamente, el resto de la velada transcurrió como debía desarrollarse. Algo que, en la modesta medida de la esposa del Nuevo alejandro, no desmerecía demasiado a los ojos de la Diosa Fértil encarnada del Nilo...Eché en falta, por suerte, la presencia de eunucos en el cortejo, el cual ya se aprestaba para de nuevo sostener el gran manto de oro y así evitar rozar los escalones en el descenso hacia la litera que aguardaba abajo para devolverla a su hogar en Roma... ¿Acaso fue a ella a quien oí pronunciar estas palabras? Noté que unas doncellas iban perfumando el aire con mirra e incienso contenidos en unos diminutos quemaperfumes durante la bajada... Sí, era una deidad.

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